martes, 22 de septiembre de 2015

¿Qué es un corpus?

Título: ¿Qué es un corpus?
Subtítulo: -
Autor: Paula Lucía Aguilar, Mara Glozman, Ana Grondona y Victoria Haidar
Capítulo: -




En toda investigación, el momento de construir el corpus se presupone como una instancia “metodológica”. Esta cuestión, que resulta a primera vista como algo “evidente”, es lo que se proponen problematizar las autoras. En lugar de pensarlo como “el punto de partida de una investigación”, las autoras proponen (con una clara influencia foucaultiana) que el corpus debe ser un resultado (siempre provisorio) a un proceso de indagación y de análisis, es decir, el resultado de un trabajo.

El archivo no es, como suele ser pensado, como un depósito donde recabar información. Por el contrario, las autoras piensan al archivo como un conjunto de discursos que persisten en el tiempo, resultado de un proceso de distribución y organización. Y esto esto es válido en los distintos tipos de búsquedas documentales, sea en el denominado “estado del arte”, bajo la forma de “contexto” o como “antecedentes” y/o “fuentes”.

El corpus es, entonces, una selección y recorte de documentos considerados pertinentes para la investigación,, que da cuenta de unos aspectos y deja otros de lado. Corpus es el resultado y la condición de interrogantes. Construir un corpus implica poner en juego supuestos teóricos y epistemológicos que hay que esclarecer.

La reflexión de las autoras han trabajado en el archivo con (1) los aportes de la teoría althusseriana de la ideología (que incluye los aportes de Etienne Balibar), (2) la perspectiva arqueológica y genealógica de Michel Foucault y (3) la teoría materialista del discurso o “escuela francesa” encarnada, entre otros, en Michel Pecheux.

1- El peligro de las evidencias

Las autoras van a confrontar con dos perspectivas para después proceder a explicar la suya. La primera será la teoría liberal del discurso y la segunda la teoría determinista.

La perspectiva liberal parte del presupuesto de que los sentidos que se busca analizar se originan en los documentos producidos por los mismos autores. En este sentido, podemos mencionar como ejemplos que si uno quisiera conocer acerca de que es el peronismo iría a buscar esto en los discursos de Perón, o si estaría investigando acerca del MST procedería a buscar los documentos que emitieron sus miembros.
Esta perspectiva olvida que el sentido es una relación. Y en lugar de pensarlo en términos de una relación, supone un “yo” imaginario que es el “amo y señor de su decir”.

La alternativa a esta fantasía ideológica suele ser lo que las autoras denominan la perspectiva determinista. Desde este punto de vista, se suele pensar y reducir al discurso como determinado mecánicamente por las relaciones de producción.

En cualquier caso, estamos seguros de que no puede haber un análisis del discurso sin una teoría del discurso. Una técnica, abandonada a sí misma, produce la teoría que necesita. La creencia en la virtud espontánea de la técnica constituye la esencia del pensamiento tecnocrático, al que Althusser señala como “el peligro ideológico más amenazador”.

Entonces las autoras empiezan a delinear de a poco la perspectiva que ellas adoptan. Coinciden con la perspectiva mecanicista en que resulta indudable que los discursos son el resultado de los procesos de producción. Ahora, no coinciden con las teorías mecanicista del discurso en el hecho de presuponer una homogeneidad y unidad del “momento presente”, organizadas a partir de un principio rector.

Esta homogeneidad, en su aparente “evidencia”, debe ser interrogado. No para sustituirlo por una imagen de mera pluralidad, sino por una heterogeneidad habitada por tensiones y contradicciones.

Cada esfera de la práctica tiene una especificidad que remite a una contradicción que la constituye: es una totalidad que conforman está articulada a relaciones de sobredeterminación. Unas esferas inciden sobre otras, al tiempo que una de las esferas es la que domina sobre las demás. La dominación no puede deducirse sino a través de un análisis de la coyuntura.

En suma, hay que analizar los discursos a la luz de sus condiciones de producción. Ello supone tener en cuenta tanto la especificidad de la esfera de las prácticas en las que se producen los discursos como de las relación con su coyuntura: las condiciones complejamente articuladas que la sobredeterminan. Esa relación de sobredeterminación deja “huellas” que hay que indagar, tanto en los contenidos como en las formas de los documentos analizados.

Cuando parecía que ya nos habíamos desembarazado de ella, la teoría mecanicista retorna en la investigación cuando consideramos como “metodología” a la periodización en la delimitación del corpus. En lugar de eso, la demarcación temporal para construir un corpus responde a los procesos de formación del discurso analizado, las operaciones de identificación, de relaciones interdiscursivas, a la problemática que anude el recorrido por el archivo, en suma, a dimensiones de la materialidad que se analizan y a las preguntas que conducen a la investigación (nota mía, responden al qué queremos investigar).

Junto a la perspectiva mecanicista, prolifera una teoría/ideología liberal del discurso. Tal como describió Benveniste, “la enunciación es este poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización”. Este “acto” individual está centrada en un “yo”, que organiza las coordenadas “aquí y ahora” desde las cuales enuncia. La enunciación es, tomando esta definición, un momento de “apropiación” de la lengua.

Mirada desde una teoría althusseriana, la instancia de enunciación debe ser analizada como un ritual ideológico, que (1) reclama reconocimiento del yo que enuncia y (2) en el que opera el desconocimiento, como si la enunciación (y solo ella) preexistiera, estuviera ya dada y fuera evidente. En este desconocimiento, el yo opera asumiendo el lugar de demiurgo de “su” discurso.

Las autoras aquí también delinearán su punto de vista. La enunciación está, desde esta perspectiva diferente, necesariamente sujeta a un orden del decir. Primero, remite al hecho social que es la lengua; y segundo, remite también a cierto orden del discurso, de lo que puede y debe decirse.

Pecheux señala el carácter constitutivamente heterogéneo del discurso. Toda secuencia contiene elementos de ese exterior constitutivo.

El tipo de trabajo propuesto por las autoras tiene dos movimientos: (1) desnaturalizar la homogeneidad de las unidades que se presentan como evidentes, por una parte, y (2) producir nuevas unidades cuya forma sea el efecto de un proceso de investigación.

2 - Documentos, secuencias discursivas, procesos de formación: hacia el interdiscurso

Las Condiciones de Producción (CP) responden a dos órdenes de lo discursivo:
1- las condiciones de formulación (cf) de una secuencia discursiva:
1.a. que involucran a su vez condiciones de producción (cp) y procesos de enunciación (ce).
2- las condiciones/procesos de formación del discurso (CF)

CP = cf (cp + ce) + CF

La distinción principal entre las condiciones de formulación (cf) de las condiciones de formación del discurso (CF) es que al formular/producir un texto, oral o escrito, el “sujeto enunciador” se coloca en el lugar de “fuente del sentido” y “dueño de su decir”, olvidando que sus palabras están sujetas no sólo a determinaciones de la materialidad lingüística y de la coyuntura, sino también al orden del interdiscurso. En este sentido, las condiciones de formación (CF) nos permiten pensar las relaciones de ese documento o conjunto de documentos con ese “exterior constitutivo”, cuyos trazos se inscriben al interior de los textos. Teniendo en cuenta lo anterior, es posible también afirmar que mientras que el nivel de la formulación caracteriza una zona del decir accesible a la reflexión; el nivel de la formación, en cambio, reenvía a instancias inaprensibles para el sujeto.

El discurso pivotea está compuesta por estos dos tipos de unidades. Por un lado, la secuencia discursiva es equivalente a texto o fragmentos de texto, mientras que la formación discursiva es aquel régimen que determinando lo que puede y debe decirse, y participa de las condiciones de producción del discurso.

En el caso de las condiciones de formulación (cf), implicaría situar al discurso en determinadas coordenadas, que remiten a dos materialidades diferentes. Por un lado, las Condiciones de Producción (cp), pueden ser respuestas a través de ciertos datos (quién/es, cuándo, en qué lugares institucionales), involucran ciertas trayectorias, redes, dispositivos, prácticas no discursivas con las cuales los discursos se imbrican. Por otro, las coordenadas que instauran los procesos enunciativos (ce): la configuración del “yo”, del “nosotros”, del “ustedes”, del “aquí y ahora”. A diferencia de las cp, la enunciación (ce) es una instancia lingüística que aparece representada en el discurso en la materialidad de determinados elementos de la lengua, cuyo funcionamiento conduce a una inscripción situacional de la secuencia discursiva.

Por lo tanto, nuestros análisis deberían incorporar los análisis enunciativos de un documento, que incluyen la caracterizaciones de la “escena enunciativa y del ethos, así como descripciones de la polifonía enunciativa (por ejemplo: discurso referido, inscripción de citas de otras “fuentes”, mecanismos de construcción de distancia enunciativa como ciertos usos de las comillas). Estas zonas del discurso, en ocasiones subalternizada por los enfoques estructuralistas, se vuelve relevante para el análisis de las determinaciones materiales (por ejemplo, para analizar posiciones adversarias con las que el “yo” disputa).

Ahora bien, la dispersión de mecanismos mediante los cuáles se inscriben las heterogeneidades mostradas en la secuencia genera un efecto de olvido del carácter constitutivo que tiene la heterogeneidad, sin bordes, entre las palabras propias y las palabras ajenas. En este sentido, toda secuencia es habitada por la palabra ajena. Esta idea (que encuentra antecedentes en la idea bajtiniana de dialogismo, entendida como que cada nueva formulación hay ecos de elementos ya enunciados), contradice la concepción liberal de la “creación verbal” como así también el principio cartesiano de la Pragmática (Pienso, luego hablo).

Este planteo complejiza la idea de exterior. Es un exterior constitutivo, cuyos trazos se inscriben en el interior de la secuencia. Por ello, si bien es necesario estudiar las condiciones de formulación,no es suficiente. Existen lazos del documento con otros que, en principio, participarían de otras series. Pensar un documento en tanto secuencia discursiva significa pensarla como una disposición de objetos, conceptos, relaciones que se inscriben en el entramado textual como elementos ya formulados. De allí que la formulación pueda pensársela como una reformulación, singular y acontecimental, de enunciados que proviene de ese universo articulado de Formaciones Discursivas y/o Dominios.

Interdiscurso es, como la Ideología y el Inconsciente: no es observable sino a través de sus efectos. Debe ser comprendido como un principio de funcionamiento (Pecheux).

Dominio (Foucault) es una región que presenta regularidades (relación de reiteración/transformación) en cuanto a los sentidos y formas, a los objetos y/o modos de anudar elementos, y que genera efectos materiales en los documentos/textos. Hablamos entonces de Dominios (en plural) y específicamente de Dominios Interdiscursivos.

Los dominios interdiscursivos permiten trabajar con discursos y la cuestión de múltiples temporalidades: partiendo de la descripción de determinada secuencia o serie de secuencias es posible identificar resonancias de discursos producidos en otras coyunturas, huellas de discursos cuya circulación es concominantes con la secuencia de referencia, así como elementos que, vistos desde el presenten, operan como trazos prospectivos.

3. Problematización: la unidad de lo heterogéneo

La unidad del presente debe ser entendida como una totalidad compleja sobredeterminada. El desafío del investigador es dislocar su carácter de “evidencia” tal como se presenta y dar cuenta de sus procesos de formación en tanto que singularidad histórica. Esto implica descomponer sus elementos, reorganizarlos en un haz de interrogantes y abrir el juego de otros posibles. A este proceso de desanudar las múltiples suposiciones que están implícitas en el discurso Foucault lo llamaba “rarefacción”.

Aquello que consideramos como obvio es en verdad la consolidación de cierta problematización como evidencia. La naturalización opera mediante el desconocimiento de la historicidad de las prácticas: circulan como verdades que reclaman ser reconocidas como tales.

Ante esto, Foucault propone analizarlas no como evidencias sino como solución para dar respuestas a ciertas preguntas. En este sentido, la problematización consiste en describir estos interrogantes, históricamente situados, en el que la práctica emergió como respuesta. El montaje del corpus es entonces una nueva puesta en serie. Los Dominios Interdiscursivos operan, desde esta óptica, como fotogramas del proceso de construcción de las verdades del presente. La nueva unidad que emerge del corpus permite articular sus elementos mediante huellas a partir de unos interrogantes orientados por una pregunta de investigación.

* No se incluye en este resumen el capítulo IV sobre el Buen Vivir, que hace las veces de ejemplo de la propuesta de las autoras, ni las palabras finales.

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