El orden económico burgués

Resumen de "La civilización en debate" de A. Lettieri Capitulo 19: El orden económico burgués (1848-1873) Temas Principales • Características de las clases populares y de la burguesía • El Consenso de Manchester, las recetas liberales • La Primera Internacional: El socialismo y el anarquismo Características de las clases populares y la burguesía En esta época los países industriales incrementaron su producción en forma extraordinaria y ampliaron sus mercados surgiendo una lógica de intercambio cada vez más global. La propiedad de las industrias coincidía con las familias que le habían dado origen, considerados como ejemplos a emular en un mundo abierto al talento. Estos burgueses creían que los proletarios se dividían entre aquellos que se esforzaban para aumentar la productividad y aquellos que hacían su trabajo de mala gana, siendo estos últimos la mayoría. No se era conciente de la explotación. La acelerada urbanización había llevado a una situación de hacinamiento y el fin de medios alternativos de subsistencia como eran las pequeñas quintas. La unidad doméstica burguesa se concebía como la familia tradicional, nuclear, monogámica, machista, religiosa, recatada, austera y conservadora. Existía cierta hipocresía ya que no se quería legitimar en público las practicas que despreciaban de sus subordinados. El Consenso de Manchester Este era un acuerdo entre las autoridades europeas y los hombres de negocios sobre las premisas económicas, políticas, sociales y culturales para el éxito del capitalismo, la aplicación del laissez faire. Estas eran: 1. La propiedad privada 2. La legitimación de jerarquías 3. La maximización de los beneficios 4. La libertad de comercio y de producción internacional 5. El regimen de patrón oro 6. Un mercado de trabajo libre 7. El estado como recaudador de impuestos 8. La creencia en el progreso de la tecnología y la ciencia. El derecho de propiedad se fundamentaba en la teoría de Locke según la cual el trabajo humano justificaba su apropiación, ya que no todos los humanos estaban dispuestos a realizar este esfuerzo. Los burgueses estaban convencidos que sólo algunos hombres tenían una propensión natural a dejar de lado los placeres del mundo a cambio de una vida abnegada dedicada a la producción. De esta manera se justificaba la desigualdad social entre los individuos por su vocación al trabajo. Sin embargo esta enorme mayoría pobre atemorizaba a la burguesía y la forma de resguardarse de su participación política era mediante el voto censatario. La ley del darwinismo social, donde solo sobrevivían los más aptos, llevaba a los individuos a maximizar sus ganancias. La burguesía pretendía comprar insumos lo más barato y venderlo al precio lo más barato posible. Paralelamente, se insertaba en una carrera inagotable por la innovación tecnológica para reducir los costos de producción. El costo más flexible era el salario de los trabajadores, el cual se lo ajustaba constantemente para impedir la caída de las ganancias. Estos salarios eran bajos debido a la existencia de un numeroso ejercito industrial de reserva, la masa de desempleados dispuestos a trabajar por salarios cada vez menores. Los precios de bienes mantuvieron una tendencia alcista en este periodo. Durante el feudalismo esto era causado por catástrofes naturales, sin embargo durante el capitalismo los ciclos productivos se disocian de estos factores. Estas crisis provocaban miseria extrema en los sectores populares. Estas primeras crisis parecían circunstanciales, sin embargo, y con el devenir del sistema, se fueron agravando. El oro fue elegido patrón por tener un valor estable. Este metal fue patrón de cambio hasta la crisis del 30. Sin embargo durante este periodo, la adopción de este patrón facilitó el librecambio y fortaleció la dependencia de los países no industriales. Esto se agudizó ya que Inglaterra y Francia eran poseedoras de los resortes productivos-por ejemplo, el ferrocarril- en los países no industriales. Grandes inversiones se realizaron desde los países centrales hacia los países periféricos, lo cual fue posible gracias a la consolidación en estos países del sistema capitalista con mano de obra libre y asalariada. En este panorama, la función del Estado era garantizar el orden social y dejar actuar a las fuerzas vivas de la economía. Su intervención era necesaria en dos aspectos económicos: en la política cambiaria y en la política fiscal, donde se caracterizaba por impuestos regresivos. En cuanto a la devoción por la tecnología y la ciencia, esta no sólo tenía efectos en la aplicación de los conocimientos al campo productivo sino en una cosmovisión particular del mundo. El fin último era poder encontrar leyes que pudieran ser aplicadas a la historia de la humanidad, poder prever lo que sucederá. En cuanto a la aplicación de estas ciencias, podemos decir que el acero sustituyó al hierro por ser más duradero y menos corrosivo, hubo un desarrollo importante de la química, se exportó el ferrocarril, se comenzaron a aplicar las tinturas en la industria textil y los fertilizantes para el agro. Asimismo se desarrolló la industria farmacéutica. Uno de los avances fundamentales fue en 1859 cuando se encontró petróleo en abundancia en los Estados Unidos, combustible que comenzaría a emplearse en la industria. Con ella aparece una nueva forma de organización empresarial: los trust. La conflictividad social en aumento Francia fue el detonador de las revoluciones que luego se expandirían por Europa. El régimen de Luis Bonaparte persiguió a los manifestantes, razón por la cual el socialismo comenzaría a obrar desde la clandestinidad. La asociación sindical fue prohibida hasta 1864. En las elecciones con sufragio universal el resultado fue adverso para las ideas socialistas, ya que el campesinado votó masivamente a los conservadores. En Europa central, donde aún la burguesía no se había establecido como clase dominante, se mostraron otros perfiles. Luego del 48 se derribaron los últimos bastiones feudales, eliminando la servidumbre. Los ejercitos de la reacción europea salieron en defensa del viejo órden continental, sobre todo en aquellos países donde la rebelión se asimiló con demandas nacionalistas como Hungría e Italia. En los territorios prusianos el movimiento socialista se organizó detrás del liderazgo de Lasalle, pero su temprana muerte dejó huérfano a este movimiento. Sin embargo, hacia 1875, el Partido Socialdemócrata Alemán desarrolló un sector obrero fortalecido y con conciencia de clase. Para contrarrestar la creciente influencia socialista, el Estado alemán propició la creación de un partido obrero católico. En 1864 las organizaciones obreras europeas lograron dejar de lado sus discordancias ideológicas y fundaron la Primera Internacional de Trabajadores, que tuvo sede en Londres y estaba integrada por socialistas y anarquistas. Socialistas y Anarquistas Los primeros antecedentes del socialismo moderno fue el socialismo utópico o colectivista. Este socialismo compartía con el liberalismo la devoción por la tecnología, la racionalidad y la evolución permanente de la humanidad. Lo que ellos reclamaban era un régimen remunerativo basado en el trabajo y la habilidad individual, el derecho a la asociación y la organización jerárquica de la sociedad. Fueron los precursores de la noción que luego se desarrollaría y devendría en la sociedad tecnocrática: la aplicación de técnicas científicas de administración que distribuyeran de forma eficiente los recursos disponibles. Uno de los precursores del socialismo colectivista fue Charles Fourier. Él consideraba que el mal de la sociedad era la competencia, asombrándose que la miseria y pobreza coincidan con la masiva producción de bienes. Este socialista no dudó en asociar la opresión con los adelantos tecnológicos. Afirmaba, además, que en el capitalismo había una contradicción, en la cual la búsqueda desenfrenada del éxito llevaba a perjudicar al prójimo. Por eso, pugnaba por la constitución de asociaciones mutuamente benéficas. Él pensó un sistema de organización social basado en el cooperativismo y en la racionalidad científica. Por su parte el socialismo científico, cuyos exponentes son Marx y Engels, tomaron como punto de partida al individuo real y su relación con la naturaleza. Estos promotores del materialismo dialéctico expresaron que el hombre al relacionarse con la naturaleza la transforma y se transforma a sí mismo. Los hombres entablan relaciones entre sí para producir los medios de subsistencia, y la sociedad no es más que el resultado de estas relaciones. El hombre nace con las condiciones de existencia ya preestablecidas, y estas relaciones son además asiméticas. Esta es producto de una propiedad desigual de los bienes de producción, con lo cual se genera una relación de dominación de los propietarios con los no propietarios. Ahora bien, la historia no es estática, sino dinámica. Este dinamismo se lo otorga la lucha entre clases, que es el motor de la historia según el marxismo. Estas luchas de las que hablaba Marx serán llevadas a cabo en Francia por Proudhon, quien denunció las falacias de la democracia liberal y auspiciando la abolición del Estado. Para éste el sufragio universal significaba un contrasentido. Para constituirse en clase, el proletariado debía escindirse de la democracia burguesa. Para ello era fundamental la concientización de la clase y la acción del proletariado europeo. Sin embargo, una de las debilidades de la lucha revolucionaria fueron las disputas internas desde sus orígenes. La oposición interna más férrea en la Primera Internacional la constituyeron los anarquistas. El racionalismo liberal se había expandido mundialmente, por lo que no debiera extrañar que el corpus ideológico anarquista comenzara con el individuo. Éste, fuente de derechos, en particular la libertad en su concepción positivista, fue el centro del pensamiento de esta corriente. La preeminencia del sujeto no despojaba a éste de su sociabilidad. Para el anarquismo, cuando el hombre ingresa en el marco societal sólo tiene derechos para con la sociedad, en la medida que acepta libremente formar parte de ella. De esta manera se diferencia el individualismo del egoísmo burgués, que sólo piensa en su interés personal. Es primordial, entonces, el derecho a vivir de todos los individuos y el reparto entre ellos de los medios de existencia. Estas acciones podrían realizarse a través de la toma y posesión directa de áreas fundamentales de la sociedad como los depósitos de alimentos y la ocupación de viviendas. La principal diferencia fundamental entre los socialistas y anarquistas consistía en la transición hacia una sociedad igualitaria. Los socialistas proponían la dictadura del proletariado, mientras que los anarquistas pretendían directamente la eliminación del Estado por ser de carácter burgués. Esto se basaba en que los socialistas creían en la derrota de la clase opresora por parte de la clase oprimida, mientras los anarquistas buscaban lo que llamaban racionalidad humana. En la Primera Internacional esta controversia se saldó a favor de los socialistas, pero a costa de perder gran parte del impulso inicial. En 1871, movimientos radicales de Paris derrocan a Thiers luego de la derrota de Francia en su guerra con Alemania y conforman La Comuna de Paris, que se caracterizó por ser un gobierno muy violento que finalmente fracasó. El fracaso de la comuna acrecentó las diferencias internas y la Primera Internacional sucumbió 5 años después.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Julián, no se en qué año subiste esto pero me está sirviendo mucho ahora!! Besos, Mica.

Unknown dijo...

Me alegro que te haya servido! Hace unos años, pero creo que está bueno compartir buenos resumenes (por eso el blog, como verás, es no archivar cosas que a otro le pueda servir). Saludos!